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EDITORIAL


CLAUDIA CONFIABA:


En la artificialmente alargada víspera del anuncio de quien será la candidata de Morena a gobernadora en Colima, Claudia Yáñez seguía insistiendo en que todavía no está definida la postulación.

Sin embargo, en el recuento de los estados se ha ido cumpliendo la promesa del partido del presidente López Obrador de nominar al o la prospecto mejor posicionada.

Y en Tlaxcala y Baja California Sur, por mencionar dos de los estados donde ya hay candidato, esa decisión recayó en quien se desempeñaba al frente de la superdelegación del gobierno federal de esa entidad.

Todavía el lunes, Yañez Cabrera insistía, en una declaración al periódico del gobernador Ignacio Peralta, que la decisión no estaba tomada. Y desautorizó la versión de que Indira Vizcaíno quedó arriba en la encuesta de Morena.

A pesar de que en ninguna de los sondeos previos –mucho menos en el que ordenó el partido– Yáñez Cabrera ha podido superar a Vizcaíno, en medios digitales afines la diputada federal por el primer distrito circularon una encuesta que la colocó muy arriba en las preferencias, relegando a Vizcaíno Silva a una posición por debajo incluso de Virgilio Mendoza y Joel Padilla.




DOS FRACTURADOS:


Coincidiendo con su hermano Francisco que en un artículo publicado en ese rotativo el mismo lunes, en el sentido que hay un “dedazo de otra forma” a favor de Indira, Claudia se quejó de una campaña para posicionar a Vizcaíno como puntera en la encuesta.

Irónicamente, quien ha venido difundiendo esos rumores es la propia Yáñez, al generar encuestas simuladas como estrategia de campaña. Los resultados que arrojan esas mediciones ficticias son tan grotescos y la metodología tan amañada, que las encuestas se desacreditan solas al no cumplir los requisitos mínimos de una técnica de muestreo que se basa en ciencias exactas: la estadística y la probabilidad.

De este modo, de los principios que marcó como ruta su líder político –no mentir, no robar y no traicionar–, Claudia Valeria Yáñez está faltando al primero. Y si persiste en cuestionar a quienes tomaron la decisión de Morena después que se defina la candidatura, entonces estará faltando al tercero.

¿A quién pretende engañar? Evidentemente, no a la cúpula de su partido que ya tomó una decisión, por más que el dirigente nacional Mario Delgado se empeñe en dilatarla con propósitos ignotos.

Quizá Claudia trate de convencer de que todavía está en la jugada, a quienes han venido financiando su precampaña. Tiene que mostrarles que hizo la lucha hasta el último minuto.


POPULAR, NO CUPULAR:


El mismo lunes se dio a conocer que la candidata de Morena en Tlaxcala sería Lorena Cuéllar, quien dejó en el camino a la esposa de César Yáñez, hermano de Claudia y coordinador general de Política y Gobierno de la Presidencia de la República: Dulce María Silva.

La novia de la infame boda fifí que apareció en la portada y 19 páginas de la revista Hola, explicó la decisión no en función de las preferencias populares sino de una “negociación cupular”. Y aunque se esforzó en deslindar al presidente López Obrador del dedazo, sí cuestionó el uso político de los programas sociales.

En su pronunciamiento, Silva Hernández advirtió a la militancia de Morena sobre el riesgo de entregar al partido “en manos de personas obsesionadas con el ejercicio del poder público, a pesar de haberse comprobado y estar en curso las investigaciones por acciones de corrupción, desvío de recursos y delitos de gravedad equiparable, esto de parte de la persona que fue nominada por Morena para competir por la gubernatura de Tlaxcala”.

Cuéllar Cisneros fue la súperdelegada de Bienestar en Tlaxcala. Pero Dulce María su rival, como ha hecho su cuñada Claudia en Colima, insiste en ver esos programas como una estrategia clientelar y electorera, no como el eje de la política social de la 4T.

De paso, cuestiona la naturaleza del régimen: “En acciones como esta puede estar el inicio del ocaso de la lucha que por años hemos dado en favor de la honestidad y la democracia”, expresó Dulce María Silva.


PRUEBA SUPERADA:


En el afán de desacreditar la posición administrativa que fortaleció el posicionamiento político de los súperdelegados que están llegando a las candidaturas, los Yáñez no se miden a la hora de descalificar la política social del presidente.

En un artículo titulado Fractura, Francisco Yáñez escribió: “Lo que Morena necesita son candidatos con fuerza propia, con aceptación de la gente, y no tratar de ganar con compra de votos, con engaños o con amenazas. Si

los candidatos no tienen la aceptación de la gente, no hay dinero que alcance”.

Contra lo que diga Yáñez, en los programas de Bienestar no hubo un uso político personal de los recursos públicos. Pero sí, la propuesta implícita del presidente al nombrar a esos funcionarios fue que fungieran como adelantados del gobierno de López Obrador en su proyecto de llevar la Cuarta Transformación a los estados.

En realidad, se trató de una prueba de fuego como lo demuesta el hecho de que no todos los superdelegados que aspiraban a la candidatura, llegaron a la final. Indira la superó.


MEJOR VOTEN POR EL PRI:


Francisco, quien siguió siendo priista cuando casi todos sus hermanos se pasaron al PRD a invitación de su entonces cuñado Porfirio Muñoz Ledo, y que cuando decidió dejar al tricolor se pasó en todo caso al PAN, delineó en su artículo el plan de su familia para sabotear el verdadero cambio:

Si Joel Padilla fue el segundo en reaccionar al dedazo, cuando se retiró de la coalición con Morena para hacer alianza con Virgilio Mendoza, el primero que reaccionó a la decisión tomada en Morena fue el dirigente estatal del PVEM, al romper “una posible alianza” del Verde con el Movimiento de Regeneración Nacional aquí en Colima.

Al “mandar la señal de que estaba la decisión en favor de quien hace alusión Joel Padilla, Morena provocó la fractura que pone en riesgo el triunfo de su candidata en las elecciones del próximo año; y ese riesgo se verá acentuado con la profunda división que provoque en sus propios militantes y seguidores”, prevé Yáñez.

Según Francisco, “quienes no acepten la imposición a la que hace referencia Joel Padilla, y quieran seguir apoyando a Andrés Manuel López Obrador, tienen la opción de votar por la alianza PT-PVEM, que también es aliada del Presidente de la República. Y si de plano están inconformes con esas decisiones cupulares, que en nada ayudan a Colima, y ya perdieron la fe y la confianza, podrán optar por la alianza PRI-PAN-PRD o por Movimiento Ciudadano”.

Por lo que revela Francisco Yáñez, queda por demás establecida la vocación quintacolumnista de la alianza PT-PVEM. Para que luego no salgan con que se distanciaron del proyecto lopezobradorista de lograr un cambio en Colima, pero sin dejar de reconocer “su liderazgo y el trabajo del que seguramente, con el paso del tiempo y el balance de la historia, será considerado como el mejor Presidente que México haya tenido jamás”, como declaró la esposa de César Yañez.


UN ACTO HOSTIL:


El senador Joel Padilla y Claudia Yáñez fueron los primeros filtros de la campaña de desprestigio de la precandidata mejor posicionada. Se entiende que Claudia ha jugado rudo dentro de una disputa interna, pero Joel ya salió de la esfera de la 4T y lo que está haciendo puede considerarse un acto hostil. Se anotará en la contabilidad de la guerra electoral como una traición, no como leal competencia.

La misión de Claudia Yáñez es desgastar a Morena, llevar el movimiento a una división. Pero no va a conseguirlo, primero, porque no tiene huestes. Por más que aluda al apoyo de un grupo de “fundadores”, la ascendencia de la diputada federal sobre los simpatizantes de la 4T es nula.

Así como no puede haber polarización cuando hay 70 por ciento de un lado y 30 del otro, se habla de una división cuando es significativo el reparto de la masa divisible. Pero Claudia no tiene capital político ni cuadros.

Todos sus apoyos vienen de afuera, de la clase política que se organiza para impedir el arribo de la 4T a Colima. Otra vez, sus apariciones en los medios acabaron demostrando que es improvisada.


NO DIVIDE, UNE:


El alegato de que el purismo morenista rechazará a Indira se entendería en el PAN, donde sí cuestionan la pureza de sangre. Pero el presidente López Obrador ha impulsado la idea de un movimiento amplio, heterogéneo.

Así lo demuestran los estatutos de Morena. El hecho de que Indira haya sido inscrita en el proceso sin formalizar la militancia, derriba la campaña que busca confundir a los futuros electores con el tema de la afiliación.

El posicionamiento de Indira se debe en buena medida al impulso que le dio el cargo de súperdelegada, pero quienes realmente se la han pasado hablando de Indira son Claudia y Joel. En toda encuesta, siempre gana al que más se menciona.

En la lectura que hacen los colimenses, entre más le pegan más crece Indira porque se hace evidente que no se va a doblegar ante el grupo que quiere seguir ostentado el poder.

Insisten actores políticos y opinadores, ninguno de los cuales simpatiza con el proyecto de la 4T, que Indira divide. Pero no divide, une a todos los que no quieren que llegue ella porque representa la promesa de un cambio verdadero.


En conclusión, no se puede hablar de división cuando Claudia Yáñez no representa una parte proporcional de los simpatizantes de Morena. Son ellos a quienes hay que medir, no a los fundadores ni a los puros ni a los

militantes, sino a la gente que va a votar por los candidatos de Morena. El debate sobre la supuesta polarización que causa Indira, se ha construido con las opiniones de los que no van a votar por Morena.

Esa encuesta que Francisco Yáñez descalificó en Colima y en todos los demás estados donde se está definiendo la candidatura de Morena a la gubernatura, se validó de una manera muy sencilla.

La clave para ser consultado era responder afirmativamente a dos preguntas: primera, ¿votaste por Morena en 2018?, y, segunda, ¿vas a votar por Morena en 2021? Todos los demás no tienen por qué opinar.

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